viernes, 4 de diciembre de 2009

Carta: Al cliente de "la guitarra"




Llevo un tiempo sin verte pasar por aquí.
Espero que todo vaya bien.
Antes de que me preguntes, me voy a adelantar a contestarte.
Sí, la "cosa" no se anima.
Sí, seguimos en pié y ya es mucho decir en los tiempos que corren.
Sí, dicen que la "cosa" va a mejor
pero nosotros no vemos demasiada mejoría.
Va a días.
(Disculpa que conteste sin que me preguntes,
pero todos los días los clientes me preguntan exactamente lo mismo
así que he pensado que tú no ibas a ser menos).

Me gustaría sincerarme contigo respecto a un asunto.
No, tranquilo, no es que haya aparecido una factura impagada de debajo de las piedras.
Y no, no tienes ningún pedido pendiente de entrega.

Se trata de una manía que tienes que me pone un poco histérica.
Es que no es agradable.
Para ponerte en situación, debes entender que mi mesa de trabajo
(desde la que te veo cada vez que vienes)
es justo el límite que tenéis los clientes cuando habláis conmigo.
Todos os situáis a mi izquierda, mientras habláis conmigo.
Es lo habitual y lo que permite el espacio de mi "zulo".
Sin embargo debes entender también que,
 si efectuáis según qué "maniobras",
es absolutamente imposible que escapen a mi vista,
debido también a mi posición.

Muchos hombres tenéis esa maldita convicción
de que es totalmente aceptable rascarse compulsivamente "ahí"
sin que ello nos resulte desagradable.
Puede que en el vestuario del futbol, o del gimnasio,
 incluso en vuestro taller...
puede que pase desapercibido pero delante de una mujer NO.

A las mujeres no nos parece sensual que os rasquéis
como si tuviérais un enjambre de ladillas
y varios animalitos por el estilo (pobrecillos!).

Pero eso no es todo...
No te conformas con esa zona si no que además,
cuando menos me lo espero echas tu mano atrás y,
levantando ligeramente un muslo,
te da por rascarte tras haber encontrado otro lugar donde hacerlo.

Si pusiera un cartel del estilo "Prohibido fumar"
pero con tu mano "tocando la guitarra"...
¿dejarías de hacerlo?

Si crees que te estoy pidiendo un imposible,
te agradecería que a partir de ahora mandaras a tu hijo que...
 por lo menos se queda en el primer episodio.


4 comentarios:

  1. ¡Qué desagradable el tío!

    Menos mal que nosotras tenemos un mostrador muy alto y si hacen esas cosas no las vemos, puffff
    ¿Sabías que nos hemos comprado un limpiador de esos sin agua?, estamos todo el día liadas "frota que te frota" las manos ejeje

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  2. instinto viril que tienen todos, hija! jajaja
    Pero manda huevos, y nunca mejor dicho hacerlo en el trabajo delante de desconocidos!

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  3. ¡Vamos! Un estilazo...

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  4. y por que tienen tantas picores en semejante lugar, debe ser horroroso, continúan con lo que hacen, mientras con la otra mano parece que quieran arrancarse algo. Yo siento vergüenza ajena, je,je.

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